El día triste
se nota cuando llegas
y no está el sol.
Son esas nubes,
oscuras, que acompañan,
y que le ocultan.
Son telarañas,
o puede que, legañas,
de algunos ángeles.
Y esa tristeza,
que emana de los cielos,
llega a las almas.
Y paraliza
proyectos y utopías
del nuevo día.
Se queda en sueños,
con muchas pesadillas
esos proyectos.
Mientras, afuera,
el sol prosigue ausente
en la mañana.
Pero a tu lado,
aflora una sonrisa
del rostro amado.
Y entonces sí,
el sol llega de pronto,
hasta tus ojos.
Son los latidos,
la vida te reclama,
¡grita tu nombre!
Rafael Sánchez Ortega ©
24/01/25