El descanso

me encontraba en el mismo
lado del sofá,
aunque era de otro material
y el piso aún estaba tan amarillo
como las pinturas que van gogh
comía para dibujar;
parecíamos vivir en una
hora dorada constante.

me encontraba en la misma semana
y apenas dormía,
no levantaba la vista del escritorio
que llevaba marcas como las cicatrices
de un maltrato
de tanto insistir
yo en la madera
y de tanto insistir
la frustración en mí;
nunca fui brillante,
tampoco un fracaso,
pero la mediocridad se hizo eterna
mientras tachaba poemas en los libros
para escribir los míos.

me encontraba en el mismo día
y sólo escuchaba la frase que mi madre
había cogido de un lugar que yo no conocía,
“el descanso del guerrero”,
yo sufría como uno y nunca asentaba
un campamento;
creo que no encontré la forma de vivir
entre pausas
y detenerse sería una derrota,
mi descanso no era merecido
porque no luchaba para que lo fuese.

me encontraba en la misma canción
que ahora
y la oración había cambiado,
“hoy me gusta la vida mucho menos,
pero siempre me gusta vivir”,
no era mi madre, pero sí César Vallejo
recordándome por qué una vida tan completa
parece tan vacía:
ya hice todo lo que debía
en el momento que me correspondía
y ahora los días están quietos
y no tienen prisa.

ya no hay exámenes,
ya no hay escuelas,
ya no hay hospitales,
ahora solo quedo yo y todas
las personalidades
que se han forjado a lo largo
de los años
y que se han ido de vacaciones
de larga estancia;
¿qué soy sino un un apéndice
de mi existencia,
un recordatorio constante
de mis poemas?

estoy en el descanso
que siempre quise
y no sé qué está haciendo conmigo
pero estoy agotada
y no puedo levantarme de la cama
entre tanta sábanas y libros
que dije que leería
cuando tuviese tiempo,
a veces me reincorporo y miro por la ventana
para saber que se siente al perder
lo que fui acumulando,
como un cheque de puntos
que descuenta minutos;
a veces espero a que el verano llegue
y otras me fijo en que nunca se ha ido.

últimamente tengo pensamientos intrusivos
y me pregunto qué sería de mí
si me fuese a vivir a un pueblo costero
y quemase todos los diplomas
en una fogata de una playa en fallas,
si trabajase como camarera
y sólo viviese de las propinas
en un piso tan pequeño como mi cuerpo;
a lo mejor sería más feliz,
sólo quiero sentarme enfrente del mar
y llorar hasta igualarme con él.

*Canción: Beacon Hill — Damien Jurado.

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Desde este instante atrapa el texto.
Es muy interesante leerte

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Y sin embargo deslumbran estos versos.

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Hay mucho que desmembrar de tu poema para hacerle un comentario preciso y no equivocarme.
Me han tocado tus versos o mejor dicho: me han golpeado.
:clap::clap::clap::clap::clap::clap::clap:

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¿Wooooo tu escribiste todo el texto?

Es una obra de arte literaria.
A mi me inundó.

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Muchas gracias! Me alegro de que te haya gustado :blush: