Esquiva es la luz de la Luna
en su reflejo en la charca
donde dormita el batracio,
verde príncipe maldito
condenado al tumulto
de la existencia, oculto
entre cadáveres de viento.
Germinando hojas marchitas
del invierno recóndito
que nos aleja de los egos
y nos hunde en la muralla
de la soledad perdida,
cadáver de añoranzas,
rescoldo de hoguera
calcinada en su propia vanidad.
Los cañaverales se mecen
con el viento del disturbio
al acontecer del momento
y sus ocultos guarismos
mientras la araña teje sus hilos
esperando atrapar el tiempo.
Cobijan los miedos ancestrales
de poetas que nunca fueron
y tal vez sus descendientes
que caminan perdidos
por los arrabales
de la palabra maltrecha
y sus verdugos.
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Buen poema, compañero. Un saludo cordial y buen día
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Magníficas letras en las que se evoca la esquiva luz lunar para transformarla en un poema que explora la naturaleza, la soledad y el legado poético.
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Me alegra que te guste. Buen día y saludo cordial.
La luna y su reflejo son el inicio o el fin de infinidad de poemas. Los poetas somos sin duda un tanto lunáticos. Un placer tu comentario. Saludos.
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Una inmensa oda para todos nosotros, de una belleza
melancólica. Un excelente poema . Enhorabuena.
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Desde los sueños y la palabra el poeta existe, algunos en el pedestal, otros en el descubrir del olvido.
Buen poema!!!
Saludos, Pedro José.
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Si, sin duda pertenecemos al club de los poetas. Gracias por comentar. Un saludo.
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Muchas gracias, Pedro. Me alegra mucho que te guste. La poesía es como la vida una lucha constante para pervivir. Un saludo, amigo.
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Un placer tenerte por mis letras. Un saludo, Marta.
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Muchas gracias, María. Me alegra que te haya gustado. Un saludo.
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Muchas gracias por tan agradable comentario, es un placer viniendo de un poeta tan excelso como tú. Un saludo.
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Efectivamente, Martin. Yo no lo hubiera expresado mejor. Un saludo.