En un carrito del super transporta la casa,
lo miran como a un despojo, un incordio
que estropea el paisaje.
Le tienen miedo…porque la pobreza
inquieta, y nos estremece
cuando llama a nuestra puerta.
Una mayoría de los que los ven, les tienen lastima,
hay muchos…, inmensidad de muchos, que no los miran,
los peores son los que tienen en los ojos mazos.
De odio, son los que dicen que todo lo que les pasa es culpa suya,
y te regañan si les echas unas monedas en su miseria,
que te dicen que eso no sirve de nada…porque se los gasta en vino.
Solo ven en su lógica miserable un tetra brik en la mano.
Aunque estos sean los peores, otros muchos tampoco ven
un ser humano, solo a un desgraciado, un perdedor pobre,
un borracho drogadicto.
Eso sí, jamás los miran a la cara, ni ven las rejas de la soledad que lo cercan,
ni esa tristeza que devora hasta su sombra, o sus lágrimas secas.
Jamás piensan que en sus camas de cartón duermen noches sin estrellas.
Si quieres verlos están bajo los aleros de las iglesias, suplicando el pan de las limosnas, desde tiempos inmemoriales.
En los soportales de los cajeros, de donde los echan los vigilantes porque molestan… a los buenos clientes, y el banco es progreso, símbolo
de riqueza.
Si quieres encontrarlos están en todos los temblores del frío.
Ahora … también los echan de los bancos de los parques; que no es bueno recordar a los transeúntes, en especial si son turistas, que en la ciudad no es oro todo lo que reluce.