El cadáver de un ángel
yace en mi entraña
serpentea la hiedra en mi piel mortecina
crece el musgo paciente
mis ojos sin vida atestiguan
un cielo que me está vedado
soy tan sólo el guardián del sueño
de quien sobrevoló la eternidad.
El cadáver de un ángel
yace en mi entraña
serpentea la hiedra en mi piel mortecina
crece el musgo paciente
mis ojos sin vida atestiguan
un cielo que me está vedado
soy tan sólo el guardián del sueño
de quien sobrevoló la eternidad.
Muy hermosa esa conjunción de ángel y cadáver en la que pareciera que ninguno de los dos tuvieran vida, o tal vez la tuvieran en su unión. Buen poema. Saludos.
Gracias por tus siempre lúcidos y poéticos comentarios. Un saludo.
Hay mucha poesía en tu poema, que es una mirada radiográfica a las propias entrañas, sepultura angelical de sueños muy altos abuen recaudo.
Me gustó
Abrazo
Gracias, Pedro. Me alegra que te haya gustado. Un saludo.
Así es, amigo. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
Por favor!!!