Ave legendaria,
de mágica estirpe,
que anidas en mi ventana
y en mis sueños reinas.
¡Dime!
¿Por qué has herido con tu pluma
el alma del poeta?
¿Por qué le has clavado tu espada en la oscuridad,
dejando su casa llena de silencios?
Ave peregrina,
que gritas tu canto a la noche
y en tu revuelo le danzas a la luna,
orbitando la estrella que nos separa.
¡Dime!
¿Por qué te has fugado al alba,
sin dejar a mi lado, tu impronta en mi lecho?
¿Por qué me has besado,
con la sangre fría de un adiós que nos maldice?
Ave del amanecer,
envuelta en tu plumaje impetuoso,
vuelve a las sombras que dejaste,
en esta inconclusa primavera.
Te lo pido desde mi locura,
que necesito de ti, la última luz clara.
Porque en el candor de tu vida,
mi alma enamorada fue dichosa.
Libre de sus eslabones,
vivió una vida en el paraíso.