Aquel día,
creí verte entre los almendros
como cuando venías por el camino
del arroyo Molino en primavera,
una pizca brilló mi deseo,
desee, por un momento, poseer lo que perdí
hasta que descubrí
que el amor es un ave en agonía,
que se empeña en remontar herida
luchando por sobrevivir.
Desmantelada, la barca de mi fe
solitarios los días y la noches,
mi barca se triza y se rompe
y solo hago parches de reproche
en el agujero de mi pena.
Pero ya no habrá más lamentos,
hoy ya no soy la dolida errante,
soy la mujer que venera la alegría
que sale renacida de la bruma
y la luz de un claro mar habita.
El sol de madrugada
deshizo las sombras
y el mar arrastró, como siempre, la espuma
que viene y va junto a las olas
y se evapora en el aire desvaída
y una ola compasiva
me trajo a mis pies, muerta, una paloma.