El aullido turbado de la calle
no distrae el punto de fuga
de mi entusiasta mirada,
al ver tu esbelta figura contonearse,
como una bailarina en un rayo de sol.
Por un momento, mi mente
reproduce instantes de pasión
recorriendo tus largas piernas
hasta tu recortada cintura
donde me sonríe tu boca
de mujer enloquecedora
y mis pupilas se pierden
en el dulce rostro
de apasionada hembra
con la vida por montera.
Mi corazón bulle descompensado
con los pliegues de tu falda
impulsados con el sutil contoneo
de tus prietas caderas,
que atraviesan
la negra inmensidad
del silencio de una ciudad
que aúlla sin sentido,
con la sonrisa serena
y tu mirada al viento.
Tu eres mi señora
esa que ordena y manda
en mis pensamientos y en la memoria
dibujas tus pliegues,
que hacen que en mi corazón
germinen los versos de esta poesía mía
que palpita el sentir de unos miedos inciertos.
Pippo Bunorrotri