He planteado rendirme
pero ladra un perro y no hallo culpas
fehacientes en el alojo de sus pulgas.
Aparto la sombra de su esfinge
y meto mano en la pelambre fiera
que en pasividad se extingue.
El animal que habita en mi
está por derrumbar un palmo
de la piamadre circundante
de lo que me hace humano.
Y no clama liberaciones
ni esgrime banderas al viento.
//He planteado rendirme//
pero queda un árbol seco esperando
al pájaro que siempre canta el mismo
canto antes de morir lejos del nido.
El animal que habita en mí seguirá
vivo. Porque lo he esclavizado
antes de rendirme… y lo he comido.
Hay árboles que aunque parecen secos (o muertos) están vivos y bien plantados, quizá desgastados por la erosión, la sequía, o el exceso de agua. Recuerdas tu plantita de ají? Estaba seca sin brillo, sin frutos, y un buen día amaneció verde reluciente, “full flores” y una carga frutal con vida propia y futuro. Paciencia, paciencia que todo llega.
//Rendirse no es una opción//, porque darse por vencido? La vida es aquí y ahora, lo pasado pasó.
Tqm
Gracias Magdalena por tu visita, yo desafino hasta cuando hago silencio.
«Yo soy cual la flauta
que ritma con ritmo sonoro
su fino y sonoro quebranto:
si canto parece que lloro;
si lloro, parece que canto…» N.G.
Le haremos su poema a la planta sobreviviente a los gélidos inviernos que abrazan el sur.
lo publicaremos en una tertulia con amigos lejanos conectados en zoom.
gracias por apoyo y por regar la matita.
Un instante antes de rendirte, ya el instante poético había sucedido… y todo vuelve a su cauce, como una palabra de aliento donde antes colocabas una fruta seca de silencios.
“Parece que el mundo canta un aleluya bajo el árbol de cenizas”
reconstruiré lo que se pueda y hare de comer para compartir con los amigos que vienen con gratitud a la mesa de un poeta depuesto. Gracias Héctor por su visita.
Con café y rosquitas, como decimos acá… Me sirvo de tu mesa, y quizá un silencio, nos recite un poema exiliado en un ave que ya no existe. Un abrazo grande mi amigo poeta!
Profundo y tremendo texto.
Ya quisiera yo domesticar a animal que me hábita,
pero juega conmigo o no se si yo juego con él.
Es una persecución infame.
Me pusiste a reflexionar sobre los distintas bestias que nos habitan.
Saludos @ludico1964
Muchas Gracias Jorge por tu generoso comentario.
Me hiciste recordar que:
«Cuando era niño yo era un jaguar y podía atravesar el día y la noche con un solo salto
yo era un jaguar resplandeciente en el pajonal…» Santos López
Gracias por tu visita amigo.
Me encanta, Domingo. Sobre todo esta última estrofa que culmina el poema:
Qué bella imagen la del árbol seco y el pájaro que el él canta siempre el mismo canto lejos del nido. Y qué cierto es que hemos domesticado al animal que nos habita. Así ha de ser pero aún así, que bonito lo has expresado…
Nada seríamos sin ese animal que nos habita, que a unos desagrada y a nosotros nos hace fuertes. Que sería de una pulga sin su perro, o de un perro sin su pulga, son desastres que el alma humana no puede llegar a comprender, pero que son intrínsecamente incuestionables, en el renacer del alma humana y de su historia. Un gran poema, evidentemente. Un saludo.