《A Edel gonzalez
@vateignoto 》
Nació en el cuarenta y cinco.
En la otrora Cuba que bañaba sus costas
de azúcar
y sus calles de
sibaritas hipnotizados de guaguancó y son;
y de políglotas bohemios con espíritus
sumergidos en caña y ron.
Absorbió esencia poética de un cuje
de tabaco
que cargó por los rurales salones
de clases donde fue maestro
y guía espiritual de sus paisanos.
— Descifró el cucalambé al derecho y alreves—
Y abrazó el punto cubano en lado más izquierdo de su pecho mientras revivía
trenes muertos en los talleres del central.
Dejó la isla para descubrir el origen
de su ancestro
en otra isla del océano atlántico
que lo recibió con flores del paisaje
y místicos cánticos…
¡Y como ya era maestro!; se hizo viejo y poeta,
para extender su maestría a otros sitios del planeta.
Su calva e ilustrada cabeza pone el corazón
en las manos de amigos.
Da consuelo y compañía a los que sufren soledad
y comparte el halo místico de la amistad como si fuera un pan con timba.
«El viejo tren de santa clara
partió un domingo de prisa
en un vagón la sonrisa
[eterna]
que lleva Edel en su cara.»
Trae en sí la picardía repentista,
y el irrenunciable apego a los cohibas y Partagás.
Comparte el buen whisky al igual que su acento
clásico y audaz.
Y para mecerar su distinguido
estilo poético
bien guardado allá en su ático
tiene un ánfora
repleta
de sentimientos.
Foto de mi archivo personal, Chascomús provincia Argentina, 22 de febrero 2025