Cuando el tiempo se haya consumido,
jugaremos al infinito,
sujetando el albedrío
del que soy cautivo.
Tiempo y ruegos,
el sueño es una agonía silenciosa,
tantos somos en el crepúsculo,
insomnes columnas sin un paraíso.
El mundo es incierto, lo sé,
antiguo pacto de aquellos
fanáticos empedernidos.
La tarde tiene sueño de ti,
soy el don del verso,
ese que usas para perderte
en el laberinto que todos
te dejaron en silencio.
Soy el delirio del eclipse,
ese que vio tantos nacer,
morir nunca es un regocijo.
Lo esencial de la vida es amar,
el poeta lo sueña cada día,
escribe su gloria.
Quiero ir a la playa
a contemplar el poema
que desgarra la costumbre
de la inmensa soledad.
— Maquinista Mute —