Duelo que no termina

En su alma, había grabado con la precisión de un cirujano las líneas del rostro de aquella persona que tanto había marcado su existencia. Aunque el tiempo había pasado y el olvido debería haberse apoderado de él, su voz resonaba en sus pensamientos como un eco eterno.

En su laboratorio mental, había esculpido cada rasgo, cada detalle de ella. Desde el brillo de sus ojos hasta la curva de sus labios, todo estaba grabado en lo más profundo de su ser. Había entrelazado sus fibras emocionales con las de ella, fusionando sus carnalidades y espíritus en una danza celestial.

Sin embargo, la ausencia de su compañera lo consumía día tras día. Aquel duelo parecía no tener fin. En las sombras de la noche, se encontraba con los fantasmas de su propia tormenta, rostros hostiles y grotescos que parecían devorarlo con sus filudos dientes.

El dolor que vivía en su interior le hacía cuestionarse quiénes eran aquellos demonios que lo rodeaban y qué significado tenían esos pavores que perturbaban su mente. Buscaba respuestas, una explicación que calmara su alma atormentada.

Pero en medio de la oscuridad, encontraba consuelo en la promesa de un nuevo amanecer. Sabía que, en la mañana, recogería las cenizas con una pasión indescriptible, y confiaba en que de nuevo, como el ave fénix, renacerían de ellas.

Había encontrado en su sufrimiento una fuerza desgarradora, un vínculo indisoluble entre el amor y el dolor. Y así transformaba su duelo en una sinfonía de palabras que llegaban al corazón de todos aquellos que escuchan.

La historia nos enseña que el amor es, a veces, un duelo que no termina. Pero también nos muestra que, en la profundidad de la pérdida, podemos encontrar una belleza única, capaz de despertar nuestras almas y elevarnos por encima de lo humano. Nos convierte en un mensajero de la tristeza, un maestro de la melancolía y, al mismo tiempo, un faro de esperanza para todos aquellos que buscan la luz en medio de la oscuridad.

Elaboré en mi mente
las líneas de su rostro,
su voz que no puedo olvidar,
sus nítidos rasgos,
radiqué en mi interior
la carne y el espíritu.
Con sigilo miro la cara
de mi tormento,
viene a mí juicio
de manera limpia
el cómo cruzar juntos
el camino hacia el duelo.
Su cuerpo aún intacto,
¡Ay, su sonrisa reservada!
¡Ay sus palabras!,
solamente sé que
para no morir necesito
verla de nuevo.
Bajo la sombra de la noche
rostros hostiles
de formas grotescas,
bocas terribles de dientes
filudos me devoran;
que alguien me explique
quienes son esos
demonios que me rodean
y esos pavores significando
mis perturbaciones.
En la mañana recogeré
sus cenizas con pasión y
sé que de nuevo
tomarán su forma.

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Prosa y poema… me encantó! :clap: :heart:

Estaba experimentando y creo que el resultado puede ser positivo. Espero ser original.

Muy bueno!

A tus pies.

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