Duele el ajenjo que desparrama
hijos crudos en la memoria de un minutero.
Duele el peso de una tilde enferma
en mi único caballo de pan.
Duele la ausencia de un himno,
cuando las aves han decidido retornar,
a mis ojos de labriego.
Duele leerte pero no por tu belleza aquí resumida, duele, porque concierne, y porque me duele junto a ti, las razones por las que este poema dice: Duele…