Aunque me haya enamorado
abusar de mí no puedes,
si ni un favor me concedes
me tienes preocupado.
Yo que dándote un bocado
toda la piel te acaricio,
lejos de cualquier prejuicio
no comprendo tu postura,
si por meterme en cintura
ducha eres en el oficio.
Para no andar como un pato
mareado, mejor vete,
si mi mal no te compete
ni a mí tu vil alegato.
Pues de sobra me percato
que apenas yo te intereso,
y quitarme ese gran peso
pretendo, justo, de encima,
si lista como una lima
eres conmigo, confieso.
Si me expías en secreto
algún mal proyecto auguro,
cuando estoy muy seguro
que en glosarlo soy escueto.
Pues perdiéndome el respeto
tú me pisas los talones,
y por todos los rincones
con la vista me persigues,
que ya está bien que me hostigues
con tan falsas intenciones.