Tocan jazz las amapolas
en horas desiertas por temblar.
Un par de días con luna de verbos pálidos…
el lobo que escribe
aúlla temperaturas de jaras,
llamando a lamer al miedo.
Anda descosido pero no roto.
El hilo de su imán es un secreto escrito
en versos blancos de café vivo…
probar, sería ejecutar al caballero templario
que murió por ahorcar sus ojos
al aroma prohibido.
Tocan jazz las amapolas…no lo hacen mal.
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No ,no hay nada más bello…
que sus ojos besándome,
sus manos de memoria;
tus latidos de cobre cuando gimes…
cuando incendiamos el aire
de arena y agua.
Yo iré a donde tú me sigues,
tú irás donde yo me esconda…
Abril, primer mes para invisibles.
¡¡¡Avemaría por Dios!!! ¡¡¡Qué cosa tan caótica y tan bella!!! Tiene la belleza de una cosa mal hecha, o sea, me explico: Está lleno de caos; pero es una especie de caos poemario… un bello caos jazzístico como ese mismo jazz que usted menciona —por cierto: ¡Qué original!, amapolas tocando jazz—. La música jazz es como una música un tanto rara, es como una música quebrada, desordenada, yo la llamo “música para zombies” porque es similar al caminar de uno de éstos.
Saludos.
Agradezco sus comentarios. Me ha hecho sonreír sus expresiones llanas…
Digamos que comparto con usted al cincuenta por ciento la relación con el poema y el jazz.
Lo primero, sin duda es tan cierto como que me llaman Pedro…el caos abunda en mis escritos, es un grito necesario que utilizo y en distancias cortas va bien…como poeta ya es otro cantar; nadie es perfecto que me aplico sin reservas y dejo pieles muertas en el camino. Sigo aprendiendo.
En cuanto al jazz, cambia el asunto…no solo hay que estar muy vivo para ejecutarlo, has de ser un virtuoso , admite pocas salidas …cualquier riff es un arduo trabajo, un solo, nivel cósmico. Tal vez por ello, comienzo el poema diciendo: tocan jazz las amapolas , no hay nada mas exacto que la naturaleza…
Vuelvo a reiterarle mis agradecimientos. Es bien recibido en mis escritos.
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