El dolor líquido
de las paredes de los ojos
limpia las rendijas
de las mejillas,
y detrás del ruido
que acumula el silencio
se anuncia un invierno desconocido.
No quiero escribirte,
sólo quiero ubicarte
porque quizá no quede nada
que no sean estas cenizas
abandonadas en la memoria.
No tengo donde huir.
Todas las mañanas llevan
una inquietud luminosa.
Ninguna melodía es capaz de traer
el antiguo y mágico imperio
de las noches espumosas.
Estoy hablándole a esa otra
que no quiso ser otra,
que eligió empujarme
con palabras rotas
y tachó la confianza
con tizas blancas.
Pero incluso así,
con el dolor salado
clavado en el costado
y añorando la vida
de los días de gloria,
continúo caminando
aunque tú no me veas ni me oigas.
Qué bien descripto el llanto amordazado…la sal acumulada que busca su salida ante el dolor…un triste y esperanzador poema,@MorAlex7!Un afectuoso saludo!!
Ahh que tremendos versos!!, encierran tantos sentimientos encontrados, tanta verdad descarnada, tanto lloro más allá de la lágrima, tanta pena y aún así seguimos andando con la sombra de la ausencia y el dolor!!! Abrazos poeta!!!
“No tengo donde huir.
Todas las mañanas llevan
una inquietud luminosa.
Ninguna melodía es capaz de traer
el antiguo y mágico imperio
de las noches espumosas.”
Pero incluso así,
con el dolor salado
clavado en el costado
y añorando la vida
de los días de gloria,
continúo caminando
aunque tú no me veas ni me oigas.