Dolor

En tus silencios lacerantes,
esbozo, insinúo un grito,
yo quiero hacerme escuchar,
y mi mendicante protesta
se estrella en tu fortaleza incólume,
muro impasible
ante mis maldiciones y ante mis clemencias.

Y te mantienes sublime
en mis ridículos combates
absoluto, los dominas
fulminando su eficacia

Compañero despiadado
aquí nadie te ha invitado,
ni en las noches ni en los días
no confirmas tus presencias
y no avisas tus ausencias,
para siquiera saber,
que un ratito no estarás,
que podré hacer como si nunca
vayas a volver a estar.

Contigo no pasa el tiempo,
en su lapso, eres eterno
te refuerzas y empoderas
en cada segundo, en cada hora.
Y luego desapareces,
dejas todo del revés
con un sentimiento extraño
de no entender lo que eres, lo que es.

Claro que también te advierto,
que mis mejores momentos
no son sólo si te vas,
eso es reposo, es descanso,
pero lo mejor sí llega
cuando te quedas bien dentro
y te ignoro con la fuerza
de hacerte burla con una sonrisa,
de ignorarte con un te quiero, con una caricia,
sacada de lo más hondo,
a pesar de tu existencia,
ahí me siento triunfal,
poderosa y soñadora,
certera que en esta lucha
sólo yo soy vencedora.

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