Divino padre y rey

Divino padre y rey de las tardes y el vino
chispeantes. ¡Divino padre… rey de las tardes
de galbana y estío sobre acordes y alardes!
No eres más rey que padre, porque tú eres divino…

No hay vicio más liviano —más nimio y más venial—
que el que llama a virtud y la virtud excusa.
¡Padre viejo de Teos… como el de Siracusa
resuena pastoril tu canción inmortal!

Al bandido de Europa dio Natura los cuernos,
cascos al percherón, casi alas a las liebres
y alas solemnes y altas a los tenues orfebres
de estela y armonía… para huir los infiernos.

El colmillo al león poderoso y furtivo,
dejó el mar a los peces… y al hombre dio el cazar
con miembros e instrumentos; y el feliz paladar
que celebre el dulzor y el agraz elusivo.

Ella tiene el poder de las armas de Amor,
¡poder que todo puede: como causa y efecto…!
Todo casa en los seres cual círculo perfecto:
los pequeños, astucia. Y los grandes, valor.

Pero a un hombre dejó los dones más queridos:
pintó el vidrio de un alma sumida de misterio.
Lo llevó a senectud al niño sabio y serio…
al niño grave y viejo de los ojos bruñidos.

Con preclaro cantar o con llantos prolijos
le cantó a los amores más hermosos y claros.
No te merece el polvo muerto de los avaros,
¡canta, oh, padre, otra vez! ¡Y aquí estarán tus hijos!

3 Me gusta