Mucho me gustaría a mí apostar
por rehuir semejante desconcierto,
cuando yo a negociar estoy abierto
y dispuesto a perder como a ganar.
Que nadie aquí se esfuerce en malograr
esa aptitud para soñar despierto,
los instantes aciagos de lo incierto
si me mantiene alerta el vigilar.
Quizás el mundo esté manifestando
ese mar de desdicha tan profundo
que a menudo nos pincha las entrañas,
y que mientras se sigan desgastando
a oscuras las veredas de este mundo
nadie verá sus propias telarañas.