Digo… “mesa”
transmito tambaleo,
digo… “silla” o…“espejo”
y es cansancio
-o tal vez-
que no me quiero,
pues temo más que a nada
el íntimo propósito
que vive en el objeto
e ingrávido palpita
como la vida en huevo.
Prosaico es el destino
de ese columpio artero
alírico e intruso
que me induce
ladino al balanceo,
sutil mi cuerpo aleve
pendiente del madero
premisas son las cuerdas
de un silogismo ciego.
Digo… “sábanas”,
digo… “revueltas”
digo… “cuerpo”
y a fuego lento horneo
un cerdito monedero
para pagar usados
como si fueran nuevos
todos los platos rotos,
gastados…
del deseo.
Te agradezco tus palabras Horten,el placer es siempre mio.En estos pensamientos he querido más que otra cosa poner de relevancia la importancia de los objetos que cotidianamente usamos, a menudo sin caer en la cuenta(ya que son actos espontáneos)del mensaje que nuestra relación con ellos puede transmitir a los demás.Un poco como un juego de carnificación de la materia y vincularla con el estado anímico.