Diez

Son las diez y me hablas

mientras te miro

desde este corazón tallado

por el tiempo indubitado.

Has arrancado de mí

la fealdad herrumbrosa

de mi destierro,

la lengua trapajosa

del desaliento.

Ya te diré si sueño

o es otra cosa

cuando tatúas en mí

una sonrisa diosa,

serena crepuscularia

de las rosas

tus besos como plumas

posados en mí, aéreos.

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