Diccionario

No puedo aprenderme todas las palabras del diccionario.
De nada nos sirven a los escritores
sus vastas páginas, palabras y significados,
aplastados y apilados en un tocho
que ni siquiera sirve para decorar.

Apilando polvo, ahí se encuentra,
en la estantería al lado de esa figura horrible
que alguien que,
tal vez te quiera, tal vez te odie,
decidió regalarte aquel fatídico agosto
en el que cumpliste 45 años.

Y no lo toco por miedo a que sus definiciones
retorcidas confundan mi mente de tal manera
que ¡detente! Ni una palabra más.

No nos enseñan el significado
del sonido de los torrentes,
ni de la letra del canto de los pájaros.
No nos capacitan para escuchar
el sonido quejumbroso y hastiado
de la hierba que pisamos
con cotidiana crueldad.

Sus entradas inefables
no pueden prevenirnos
del silencioso ruido
de las hojas de los árboles
que tratan de atraernos
todavía no sabemos por qué.

Incapaces de prepararnos
para definir el dolor
o dar significado a la nada
a la que llamamos existencia.

Y ahí estoy, sentado en una iglesia
incapaz de saber si Dios está vivo,
nos observa en silencio o
disfruta de nuestras penurias.

Las palabras no saben decirme donde estás, mamá.

Malditos poetas inútiles,
incapaces de explicar
el sentir de tu presencia
y el pesar de tu falta.

Quizá la vida sólo tuvo sentido
cuando dentro de ti sentía calor
y me alimentaba de tus entrañas,
tus sonidos y el sonido de tu voz.

Echo de menos tus palabras, mamá

Y echo de más las mías.
Porque siento que con ellas podría
crear mundos hasta ahora no conocidos.

Que podría crear una noche blanca
de millones de estrellas brillantes.

Que podría tirar
una caja con clavos
al fondo del mar
para preservar ahí tu amor
y no dejar morir la existencia.

Querría mamá saber si tus cenizas
juegan y disfrutan de sus viajes por la ría,
querría volver a conocer a cada una de ellas
y, con ese polvo de diccionarios olvidados,
unirlas de nuevo, esta vez para siempre.

Pero no puedo, Mamá.

Porque te quiero y tengo miedo, mamá.

De que exista otra realidad
y alguien te pusiera
en una cinta de vídeo de los 80
la cinta de mi vida,
antes de que yo pueda, con redención,
borrar todas esas escenas que te hubieran avergonzado.

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Expresa tanto…qué tendré que leerlo varias veces … me encanta, un saludo.

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Muchísimas gracias. Me alegro de que te haya gustado, María.

Un saludo…

Me has recordado una canción de Il Divo, que me encanta, titulada Mama
“Mama thank you for who I am.
Thank you for all the things I’m not”

Tu poema es un precioso rodeo de letras y palabras que, sin caber en ningún diccionario, expresan la nostalgia y el amor por una madre.
Me gusta muchísimo, Senén.
Un abrazo.

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Muchas gracias, Ms. Wallace. Un abrazo.

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Me has emocionado tanto, pero tanto… Gracias! :heart: :heart: :hugs:

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Gracias a ti, porque lo que me dices es algo que también me llega mucho, provocar sentimientos… Un abrazo.

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