Días

De par de mañana
los páramos
y mas allá,
la umbría
espantaniños.
No se compran
los días
en el supermercado,
llegan sin etiqueta
y nunca se sabe
su contenido
en azúcar.
A uno le gustan
los días que acaban
en balada
y olvidar la combinación
del candado
del armario donde
guardamos las camisas
de los entierros.
Pero son jugadores
empedernidos,
incorregibles,
siempre
jugándosela
a
cara o cruz.

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