¡Detente!

Había tanto que decirte
bajo la sombra teñida
no sabía detener
la única forma de quererte
así tan propia
así tan dividida.
Había tanto que callar
que no recuerdo tu aliento
frágil, estéril y sin andar,
no era sencillo
diluir las tardes
donde tener juicio
fuera un juramento
entrelazo por la mínima

curiosidad del viento.
Una mano remplaza
la justa mirada
aquella sutil agonía
que camina descalza
sin un vientre
que refugie
el presente.
Que sabemos del dolor
si tú y yo
apartamos la luna
de aquello llamado amor
no puedo hablar
el sol nos pisa la garganta
nos reseca
las únicas ganas
de sentir nuestras penas.

¡Detente!

déjame entrar
entre tus piernas
descansaremos los veleros
de aquel mar muerto
que colapsado nuestros miedos.

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Qué bellas metáforas nos traes en tu excelente poema!!!

“Había tanto que decirte
bajo la sombra teñida
no sabía detener
la única forma de quererte
así tan propia
así tan dividida.”

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Gracias por tu espacio para leerme. Saludos.

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