Tal vez vas a morir,
es tan cierto
como de costumbre.
Pero no por ello
queremos ser hojas secas
que caen en invierno
y se alimentan en primavera.
La muerte duele,
siempre duele;
es como quedarse
sin oxígeno o sangrar sin parar.
Entramos en pánico
porque pronto,
más temprano que tarde,
nos olvidarán.
Y el olvido es una gaviota
que vuela hacia tierra firme
mientras tú te hundes
en un mar frío y oscuro.
Cuando soñamos con el mar,
siempre lo vemos azul y caluroso,
con la espuma acariciando la arena.
La muerte es tan obscena
que no le avergüenza
verte desnudo y frío
en una plancha de acero.
Pero la vida es amor,
la vida es eterna e irrepetible,
la vida se abre camino y ríe contenta.
Siente cómo, milagrosamente,
puede crecer en una gota de agua,
en un aliento o un respiro instantáneo.
La vida es incesante,
es una última oportunidad,
es energía e ímpetu,
es pasión y el latido de un corazón.
Es el llanto de un abrazo
y las carcajadas de una sonrisa;
la vida es maravillosa,
eres tú amando sin pedir nada a cambio.
Tal vez vamos a vivir,
así que hagámoslo amando,
soñando y creciendo,
regalando sonrisas y momentos alegres.
Antes de que el hoy sea demasiado tarde
y el presente sea un pasado
que no pidió permiso para ser futuro.
Dame la mano,
aunque ya no sea la misma
de hace cuarenta años.
Antes de que mi vocabulario
repita cien veces tu nombre
y mis ojos te admiren como
cuando teníamos dieciocho.
Vivamos muriendo cada día,
sin rencores ni caprichos.
La vida se vive solo una vez.
© Maquinista Mute, 2024.