Despierta
Despierta,
que nos despoja la madrugada
hasta la última palabra.
Y el silencio no escucha;
su delito es saber
que tu memoria ha olvidado el amor.
Amor,
antes tenía sueño,
sueño violento,
como las olas del mar enfurecido
por el asombro de las marinas hermosas.
¿A quién le importa
que el fuego sea una agonía
en la hoguera de tu corazón?
Quiero ser tu escolta ante la mentira,
sin la muerte que olvida
o la ejecución de una efímera espera.
Despierta,
que la infamia es indiferente.
Abrázame,
lo has hecho tantas veces.
Tu abrazo me consuela,
me sonríe con sus metáforas,
sus rasgos antiguos,
bálsamo ante el destierro.
Aquí estaré,
imputable,
como el hierro que agudiza otro hierro,
con el huerto de mis aventuras tocándote.
Despierta,
que siempre te he buscado
en los confines de mi corazón,
en la espera que paga con esperanza.
En las voces del ayer
y un futuro incierto,
lo único ver
dadero es el amor.
© Mute, el amoroso, 2024