Desnudez

Desnudarnos
ha sido la prédica de los infieles,
buscándonos infatigablemente
en los espejos del agua,
bajo las lenguas azules
de los pájaros del atardecer,
a tientas, entre la vasta noche
de las sábanas.

Amanecer es siempre lo mismo.
El asombro solo disimula
una desnudez que se consume
bajo la ducha,
en el espejismo de las puertas transparentes,
los besos sin ardor,
el semen infecundo
vomitando
sobre la vulva vertical.

Entre nosotros,
el orgasmo ha sido un pretexto
para asomarnos al paraíso
convertidos en peregrinos del infierno.

Las plegarias de la neblina
confirman la procesión funeraria
hacia las cúpulas del abismo,
donde las almas desnudas
confinan en olvido el cuerpo
y su elegía inacabada.

2 Me gusta