La incertidumbre en su escultura de torbellino,
atropella mi sombra retractil,
Y suceda… Que la roca caiga o se detenga,
atornilla mi abyecto cadáver como una tortuga de madera en el mástil de un barco fantasma sobre las nubes.
El anafre del consuelo borra la carne.
la imposibilidad de vaciarme fractura las vigas de saberme mío y nunca domado por la pertenencia.
¿Qué tanto se debe consumir lo que tarde que temprano se acabará?
Basura y alguno que otro tesoro tirado por error al basurero.
Y sin duda compartir, algo extra que la geometría indómita, cocreadora y destructora al mismo tiempo.
al trayecto siempre indistinto,
algo similar a los círculos y las gaviotas.
Nada escapa al movimiento.
la escuela de la vida,
el sonido de los carros a lo lejos,
los aviones merodeando,
el cemento cuando cruje porque siente tu partida,
y así, nuevamente nombrado un despojado,
me he quedado con los ceros y les pesa mi sonrisa
