Desglosarte

Todos los instrumentos hablaban a la vez,
no pedían permiso para sonar
y usted no distinguía la voz solista.
Se incendiaba la guitarra de madera.
Violinistas con cuellos manchados y palmas sudadas.
Arpistas con dedos callosos y cantantes callados.

El pentagrama registraba la arritmia.
Dolía su “do de pecho”.
Descontrolados el ritmo del corazón y el tiempo.
Las dendritas desconocían la comunicación y el silencio.
Amar, nadar, volar, tocar y cantar a la vez; eso cuesta.

La primavera fusiona el aroma
del amor con el sonido,
depositándolo en la flor equivocada;
por ello las violetas olían a rosas mosquetas.
Su fragancia perduraría para siempre,
aunque se disipara la esencia.
Lástima que no captaba la sutil diferencia
entre el azahar, las azucenas y el jazmín.

En otoño se alimentaba de frutos secos;
en invierno comía helados misteriosos
y en verano en aguas termales se bañaba.
Velas de ausencia y parafina enfocaban
la dicotomía de las llamas gemelas.
Nubes grises sin leudante aumentaban
y del cielo música triste brotaba.
Orejones de albaricoques
comían las elfas para los nervios.
Las musas fecundaron canciones,
en lugar de niños.

Al retirarse los cuadros,
denotaba la suciedad proveniente de sus marcos.
El tornillo del ramplús fue aflojándose lentamente.
El colibrí aleteaba con más fuerza sobre la flor plástica.
Las libélulas estrelladas y la caja anaranjada del avión extraviada.
La bailarina del cofre musical giraba entre los escombros.
No hubo rastreo del insomnio.

Mariposas escapándose del ombligo del violón.
Voces marchándose por la tubería del micrófono.
Sus canciones preferidas:
“Escaleras al cielo y Todo el mundo hiere”, alejándose.
La tata había partido en la nave nodriza.
Su alma fue abducida por los alienígenas.
Trucos de magia negra bajo la manga escondía.
Yuntas esmeraldas disyuntivas.

El ave Fénix (como un tuqueque sin cola)
entre las cenizas de los miércoles renacía.
Los martes, murciélagos al tejado liberaba.
Los jueves, modulaba un solo de jazz
y cada viernes se escuchaba un blues desde la cornisa.
Los lunes, emancipaba la música y el color.
Los sábados y domingos, reservados al modulador.
Desglosar su arte desde el lado espectador
representaba una ambrosía matizada de terror.

28 de marzo de 2018

13 Me gusta

Ponerse dentro del alma de un músico… empatía abrumadora! Saludos cordiales,@Xhuvia922! Bellisimo poema!!

1 me gusta

Excelente poema, todos los versos me parece que guardan un misterioso significado :clap::clap::clap:

1 me gusta

Trataba de imaginarme la escena. Y me hizo reir.

1 me gusta

Gracias poetas, por visitar este poema.
Saludos.
Feliz viernes para todos.

¡Me encanta toda esa confusión mágica, extraña, sobrenatural!!!

Además me hiciste recordar mi juventud… mis 18 … “Stairway to heaven” era “mi canción” con mi primer novio… con el único con el que tuve “una canción”… de hecho…

Es un poema complejo, entreverado, potente …me encanta!

Lo he leído dos veces, porque con la primera no me ha bastado.

¡Felicitaciones!

1 me gusta

Sí a veces, yo ni me entiendo, pero es lo que fluye. Bueno, en realidad me entiendo, pero la hilaridad se entrelaza y divaga. Jajaja.
Gracias por tu lectura. Como decía un amigo: el que escribe conoce la verdadera interpretación, cada quien la asimila a su manera y es válido.

Una sola canción que te dedicaron, qué bonito!!!
¡A veces se tiene hijos, otras veces canciones!
Bueno, esa canción es tan larga que vale para toda la vida. Jajaja.

Saludos.

1 me gusta

Ja ja ja ja …
No, me han dedicado muchas en la vida…quiero decir, que fue el unico chico con el que tuve una canción que denominabamos “nuestra” al estilo de los estadounidenses, je je je

Besos & Bendiciones!!!

1 me gusta

Maravilloso. Saludos y muchas gracias.

Que interesante este poema, creo que el título tiene un doble sentido, que a ratos como que se vuelve uno: se me escapa la distinción entre el artista y su arte. Aunque bueno, estoy “del lado del espectador”.
Saludos cordiales.

1 me gusta

Qué buen analista de poemas. Saludos.

1 me gusta