…
¡Ah¡ miro mi destierro.
El cielo está en su centro
colgado de las manos y de las uñas,
no le teme al fondo
no le teme a la brisa
ni a la par del tiempo
ni a la lana, ni corceles
lleva en su vientre la agonía
en la vereda de en frente está mi estancia
el viaje de regreso al polvo, a la tierra y
al vino. Es aquí, oído sangrando,
que se teje mi abandono.