Un simple café,
dando aroma al recuerdo
mientras escribo,
dedicando al pasado
mi presencia en esta mesa,
degustando la simplicidad
del momento.
Un simple beso,
en esa mejilla que reclama
el calor de unos labios,
o la simple postal, que con un simple
“deseo estar pronto a tu lado”,
rellena cada instante de vacio
que deja su ausencia.
Quiero quebrar el espejo
que desvirtúa la belleza de algo simple
y ensalza lo obvio de la simpleza.
No vendas el mejor café
sin dos tazas en la mesa.
No ofrezcas tiernos besos
sin brindar antes tu mejilla.
No envíes la más bella de las postales
sin opción a una respuesta.
Invita a ascender una simple montaña
y así, alcanzarás la cumbre.