Aceptar es enhebrar la vida con hilo de seda,
coser los descosidos de tu mundo a mi mundo
con tal de que se encuentren.
Volver a la herida es volver al origen,
cavar mi propia tumba,
maldecir mi propia estirpe.
Me sé el recorrido de memoria,
de tu boca a mi arañazo,
de mi calidez a tu deshonra.
Celebro tu argucia con asombro,
sin perder de vista las huellas que dejaste
creyendo tenerlo todo bien atado.
Me puede la idea de dejarte tirado,
traicionar la lealtad que te tuve,
cortar el hilo de manera definitiva.
Mi vida no empezó contigo a mi lado y,
no se acabará porque no estés en ella.
Me lo repito todo el rato porque es cierto,
me lo repito porque sé que necesito oírlo,
me impide acabar en la cuneta.
Sé que puse límites imaginarios,
dejando la puerta entreabierta,
lo hice para no herirnos.
Sin embargo,
el daño ya está hecho,
ya fui testigo de las consecuencias,
por eso es necesario cerrarlo
y coser la herida abierta.