La rutina de estar ebrio permanente
es lo que puede confundirme
ya de puesto en el tablero
cuando más me siento ajeno
y el ambiente pesa en torno
del que escarbo yo agujero
para luego si es posible
inaugurar un nuevo juego
felizmente prisionero
como siempre desde antiguo
sin alivio ni lo quiero
mientras dentro me complete
la inmensidad de otro momento
a punto de expirar
con su universo delirante
de mi parte todo el tiempo
que rival ninguno tengo
todavía resistiendo
en silencio mi palabra
por lo amarga de tragar
que de hacerse es capaz
entrelazada en esta hora
que de tan descorazonadora
si me ahoga me da igual.