Todos tenemos eso que, tú llamas “sello personal”… Yo, que erróneamente pensaba que poesía era solamente versos en rima… La primera vez que leí —de Pablo Neruda— el SONETO XXVII: “Desnuda eres tan simple como una de tus manos”, quedé ‘shockeado’… Pensaba para mis adentros: “¡Guaooo!.. ¡Se puede escribir poesía en prosa!.. ¡¡¡Qué maravilla!!!”. Me surgió el deseo egoísta de escribir como él… ¡Iluso!.. ¡¡¡JAMÁS!!!, voy a tener ese sello… cada persona es irrepetible.
Carlos Contramaestre es otro poeta que me fascina… él sabe cómo embellecer lo mortuorio, lo pútrido… temas que, normalmente en la poesía no se tocan.
Otro poeta con un sello bien particular (los entendidos en poesía dicen que él es una “rara avis”) es Salustio González Rincones y ese magnífico poema locario como lo es “Stridor” (un soneto anormal)… ese hecho de, haber estado aislado de cualquier movimiento artístico-poético le dio a Salustio una libertad envidiable… poetizó lo que le dio la gana, como le dio la gana. Fue un poeta venezolano y sus libros nunca se publicaron en Venezuela… Vinimos conociendo de su poética, ¡Ufff…!, mucho tiempo después, ya muerto el poeta y, gracias a sobrina de él que se encargó de conservar y difundir todo el archivo de este “rarito” divino.
Ese gusto mío por las palabras raramente desinenciadas me viene de Lewis Carroll y esa otra maravilla como lo es el poema “Jabberwocky”, un soberbio poema donde eres tú, el que le tiene que asignar significado a las palabras que allí aparecen… De ahí viene mi influencia.
Saludos.
…
P.D.:
Stridor
A Mademoiselle Geneviéve Gaillard .
Tú que de negro metal rechinante te vi madrugádala:
Máquina sola cantando tu humo en pos de las núbeste.
Ténder cargado de fuego que rápido ruedas y súbeste
Áspid que pica del monte los senos con la lengua dorádala!
Lejos del pueblo nativo tu cinta de largos wagónesme.
Flauta de tablas lanzada en pos de sus notas agúdaste
Siempre rodando llevóme ligera a las olas desnúdaste:
Fúlgidas cantan al puerto canción de sirenas y rojos tritónesme.
¡Salve mi Monte cobalto nevado! ¡Mi páramo trísteme!
Ola de tierra que al Cóndor abrigas hiératico y hóscolo
Como si fuera un Dios cansado que Egipto nos dísteme!
Alto Paracleto gris que ciérnese sobre las niéblalas
Huido del arca del tren que riachuela híspido y fóscolo
Luz sembrando en todas las jóvenes plácidas puéblalas!