“Señor
el aire me castiga el ser”.
—Alejandra Pizarnik, El despertar.
Señor,
dime que soy eterno
que todo esto
no es un efímero despertar
bajo una sombra de somnolencia,
oculta en las vacuidades del ser.
Señor,
consiénteme con la trascendencia
de los pájaros que vuelan el cosmos;
revela que seré uno de ellos
cuando mi sangre se vuelva fría
y mi respiración se esfume con el viento.
Señor,
concédeme el protagonismo
que tanto anhela el ego universal
y sácame de la indiferencia,
frágil cobertura de los rostros.
Señor,
¿qué es mi nombre?,
¿qué es mi reflejo?,
¿qué es mi voz?,
¿qué es mi mente?,
¿mis creencias?,
¿discrepancias?,
¿qué eres Tú?
Tengo miedo, señor,
qué haré con el miedo