Mortal es mi destino, y ausente está mi suerte
desde el día en que nací al mundo que ahora veo
cual si fuera algún castigo por cosas que no he hecho
o malamente yo recuerdo entre tanta algarabía,
insumiso aunque me esfuerzo por hacerlo cada día
que no llega a arrinconarse tanto hasta mi sitio
yo que escojo el del suicida una cornisa más adentro,
en lo obscuro que te asfixia aislamiento ya tan terco
por motivos que te olvidas si podrían resolvértelo
fácilmente en un momento convertido en pesadilla
que sea gris ya no me extraña, nada en esta vida
nauseabunda sin alivio de otra brisa.
Yo no entiendo qué me pasa, por qué tanto desaliento
me amordaza en algún lugar lejos de aquí,
de esta casa de la que apenas ya podré salir
si no acude mano amiga, tan arriba que me siento
e inadvertido fue el desliz, y carezco de otro método
que me estire la sonrisa en ofrenda para ti
si conmigo al fin tropiezas sin pensar en lo correcto
corriendo hacia adentro del infierno más afín
todo recto y no hay camino que dé vuelta
a maravillas ya que han sido eternas un momento
ahora en el vacío frente al filo que no cuentan
siquiera como auxilio cuando acecha la tormenta
y nos pilla aún en la búsqueda del resguardo de algún sitio,
compitiendo con los últimos por pasar a otro capítulo.
Aniquílame al instante (me hipnotizo), que sea siempre tarde
para el vicio, inconsciente como he estado todo un siglo
que lo digo y todavía me reafirmo. En mi cuerpo acalambrado
ya no hay sitio para espíritus mientras me desahogo
del daño que es real entrenándome yo a fondo…
Siento que no alcanzo a dar ningún mordisco
dolido por lo mismo que pesaba antaño demasiado para uno.