No hay fracaso más grande
que el de no haber luchado bastante
aunque escondamos contritos
el porqué no se hizo.
Pero lo más delirante,
es que el fracaso no existe,
sino lucha inconstante,
aunque nos veamos ahitos
de tantas escusas a gritos.
Porque toda fuerza y todo valor
residen ambos en la propia intención.
Mira a ver entonces, quien falló.
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