La oscuridad empuja con muros densos,
comprime como las pesadas losas,
las podredumbres de este cementerio
donde la Compañia nos abandona.
Se vislumbran solo los vahos
de reptantes e inmundas sombras,
que van subiendo como gusanos
olores pegajosos putrefactos.
Las oscuridades palpables, melosas,
de las calientes y sucias vaharadas
muestran los fuegos de San Telmo
alumbrando las calideces mohosas
que al cuerpo se van pegando.
Y el alma sólo ansias, ansias,
ansias imposibles de mantenerse lejos.
De tantos lugares tantos recuerdos,
sueños febriles de soltar duras amarras
hacia otros lugares y otros tiempos.
Inmisericorde ¡fuera!,¡hacia la nada!
¡Traerla presente rompiendo acuerdos!
Y entonces al fin, escaparse lejos.
¡Cómo suspira libre la mente!
Cómo se baña de luces puras el alma
mientras se deshace en miasmas el cuerpo.
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