lágrimas de ardiente cera
labran mi sufrido rostro
abriendo profundos surcos
propicios para la siembra
es el tiempo del dolor
gráciles aves desgranan
amargas semillas, a ojo,
que los vientos del olvido
se empeñan en sepultar
es el tiempo del azar
la lluvia de primavera
las despierta de repente
y hermosos tallos verdes
ávidos de luz prosperan
es el tiempo de soñar
las flores recién nacidas,
con los soles del estío,
traen al fruto su sazón
y endulzan mi paladar
es el tiempo de gozar
pero breve es mi aventura,
qué pronto llega mi otoño
resquebrajando mi cuerpo
y dejando escapar mi alma
es el tiempo de rezar
ya está libre mi simiente
que nuevas aves se encargan
jocosas de resembrar
en otro nuevo horizonte
es el tiempo de marchar.