Declaración desde un lugar en el viento

Yo ya no quiero seguir viviendo para que los demás crean que vivo,
porque si no tengo la vida por compromiso y no hago lo que yo quiero
no tiene sentido seguir creyendo que estoy viviendo mi propia vida.
Para qué vivir lo que los demás dicen que es vivir, y yo no me lo creo.
Para qué intentar hacerme de una vida hecha de retazos de otras existencias.
La vida no es una súbita inflación que surge absoluta de la nada.
No ha creado el tiempo ni ha llegado de improviso como un meteorito.
La vida es un cúmulo de vidas previas que se sobreponen en el tiempo.
Todas confluyen como arterias en un mismo corazón latiendo intenso.
Es carne tibia, es una maraña de huesos, es un hervidero de sangre fresca.
Es una máquina de pétrea blandura forjada durante milenios sobre la tierra.
Es un-diverso quehacer en permanente recreación del universo y nada.
Nada más que decir, que la vida humana es el sueño de unos niños
jugando sobre un manto de agua que toca el cielo en ascenso permanente,
desde un túmulo erguido sobre los deseos inconclusos que se sobreponen,
uno a uno como capas de piel que visten la tierra de dicha y desconsuelo.
No una vida sino muchas entrelazadas bajo los pies del que viene luego,
dejando huellas indelebles en la masa que a veces penetran en el hemisferio.
Y unos cuantos apenas erigiéndose por encima como humanos indecibles.
Y la vida que se cree ser el lío que estos imbéciles dicen que es la vida.

Yo ya no quiero seguir dándole vueltas al túmulo para seguir subiendo,
mientras le veo el culo al que se me pone por delante y me mira con desprecio.
Apenas mirar a mi costado para sentirme seguro entre aquellos que luchan
por no ser masa inerme, y al mismo tiempo no ser individualidad hiriente.
Que la vida no se me hace complaciente porque voy logrando recibir aprecios,
sino por el precio que yo quiero cobrar haciendo lo que precisamente quiero.
Y si nadie se me acerca o todos se reúnen en torno mío, lo mismo me incordia.
Que andar de hombre fraterno por las calles vaciadas de coherencia
y gozar de ciega empatía o frotar sobre mis ojos el ungüento de la tolerancia,
contra los que han quedado atascados en el resbaloso piso de su propia mierda,
es como robarse un asiento para ver pasar tu vida, con un pie fuera de la realidad.
Y yo, ya de ésta me estoy yendo, encaramado en la punta del viento.
De puro aburrimiento, por la vida que me tocó fuera de programación.
Que otro venga a zurrarse sobre las nubes, en esta tarde de frío estival.

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Excelente declaracion

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Esta vez, me dejaste sin palabras. Ya lo dijiste todo tú…
Un abrazo, poeta.

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Gracias por tus palabras poeta.

Halgado por tus palabras poeta. Un abrazo.

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