España deseaba elegir
su forma de ser Estado,
pero el pueblo acabó embaucado
¿quien se atrevió a discutir?
Mucha verdad por decir,
pero poco redactor
y entre tanto opinador
con gorra revolucionaria,
se dictan normas cavernarias
aprobadas sin oposición.
¡Luchemos por la libertad!
vocea alguien desde el suelo,
mientras firma sin consuelo
un préstamo descomunal.
Hablan todos de verdad,
de Nación, de resurgir,
pero cuando hay que combatir
siguen su instinto básico,
prefieren tragarse el clásico,
el circo del Barça- Madrid.
Si pelear nos da pereza
y el gobierno está muy lejos,
mejor urdimos consejos
en la barra con cerveza.
“La abstención es la grandeza
del patriota soberano”,
dice un tipo muy lozano
mientras grita su cuñado:
¡Yo no voto, estoy cansado,
y además… juega Cristiano!
¿y desobediencia fiscal?
piensan algunos valientes
que se vuelven muy prudentes
cuando Hacienda pisa su umbral.
Y aunque suene muy cabal
eso de la autoinstrucción,
parece que hay desafección
por leer un simple artículo…
“¡Suban un TikTok, ridículo,
que eso mola mogollón!”
Los influencer; trupe jorguina,
usando frases sobadas,
burdas teorías truqueadas,
un par de memes de propina
y un micrófono con sordina
nos resuelven la ecuación
mientras cobran comisión
de un canal que vende incienso…
¡y así el rebaño propenso,
lo confunde con Platón!
Los medios; veleta al viento,
si gira, cambian el guión
y según quién pague el fiestón
transforman el argumento.
Todo muta en un momento,
del escándalo al perdón,
y en el canal de tele ficción
te convencen con aplomo:
¡La verdad está en ese pomo
que abren con su opinión!
Cada partido, facción tribal,
usando su himno, sus colores,
sus banderas y rencores
y más de un pacto inmoral,
prometen un fin cabal:
si ganan ajustaditos;
aunque el pueblo gime a gritos
ellos siguen en la danza,
si perdieron, ¡trampa y chanza!
y si ganan, ¡milagrito!
Una noble y Magna Carta
prometieron redactar,
y en lugar de consensuar,
se turnaron en la sarta.
La gente está un poco harta
de tanto líder bendito,
de burlas llevadas al infinito
¿quién manda aquí, señores?
se preguntan los lectores
¡pues el que lo hace por escrito!
Unos quieren ser profetas,
otros jefes de la banda,
y al que duda o demanda,
puerta dan con burdas tretas.
Fardan en motocicletas
de promesas sin motor,
pero un pueblo, sin pudor,
aplaude sus chifladuras…
¡si al menos dieran factura
por mentir con tanto ardor!
Un populacho kafkiano
que exaltado pide pan,
pero también que le digan
el “por quién” votar ufano
Está bien ser ciudadano
ahíto de fútbol y verbena,
pero si la ley les condena,
y por maleante es perseguido…
al que cumple su cometido,
no llamen “esbirro gangrena”
La asamblea reunida
en la plaza bajo el sol,
entre kalimocho y ron,
debate una salida.
No hay quien sujete las bridas,
ni acta que coteje palabra,
pero si alguien que mucho ladra,
al que acusan de dictador…
¡y al final se hizo dueño y señor !
¿hábil orador? ¡Abracadabra!