Ya no pienso recibir más distorsiones de tu silencio perpetuo
porque dentro está el vértigo y tú despacio vas diluyéndote
como exactamente cualquier otro que ose posarse en mis céspedes
sin un peso decente que lo lleve a él a cuestas
ante estas narices, que serán grises si continuo se empeñan
en lo que dicen locos tontos de feria y gobernantes
de este patio o sistema que de tan simpático me quema
donde ninguno conoce, y yo pongo fe aquí en mis letras
de lo profundo que llega a confundirme los caminos
con su lengua perversa el diablo de muestra en el sitio
cuando más yo necesito una luz que me haga guía
y el abismo se insinúa un enigma cada día
que no varía ni lo haría, siempre escéptico
el cerco que nos motiva a hacer la ronda paulatina
en torno a conceptos que desecharíamos
si nos cobijara algún astro en la remota distancia
sin expectativas, sin la magia con que retornarte a la vida,
atravesando un tornado todo lo que en mí anida feliz
de serlo hasta el fin, que es que sí que es grosería
el decirlo pero tira del símbolo de mi cautiverio
a ponérsela encima y quitar sentimientos
a ver si respiran de la mentira el infierno
que siga sintiéndolo muy dentro en mí
que tengo repleto el pecho de límites
que jamás sospecharía, inadmisibles
puertas a está lógica de sueños que se arrojan
a tu sangre y a tus sentidos, a tu sangre
haciéndola más roja de lo que nunca ha sido,
espesa humareda tú también, amigo
de los climas que se precipitan al olvido,
de rostros ya marchitos por la ausencia corroídos
que se van sumando a esta tendencia
a la que apenas pongo oídos yo dolido
por motivos ahora al margen, que no digo
en compromiso con un ideal inalcanzable
que en el futuro lave mi fatal imagen de tremenda arcada.
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