De López y su capricho del tren maya

“Que, en la demencia, mal raya . . .”

López no entiende razones
ahora viola suspensiones
de los Jueces de Distrito,
mas, no se muestra contrito.

En las transas no desmaya
su capricho del tren maya
no respeta procederes
ni división de poderes.

Su mente tiene agujero,
se le olvidó el desafuero
por su necio desacato
a un mandato sin recato.

Allá, por el dos mil cuatro,
cuando hizo todo un teatro
como víctima fingida
política perseguida.

Ahora, ya es reincidente
el funesto “presidente”,
en cualquier país sensato
tan triste momento ingrato.

Jamás hubiera pasado
y ya estaría procesado;
en su ilegalidad, presto,
pues, hoy usa de pretexto.

A la “seguridad nacional”
insensato demencial
con el más grande cinismo
mete el tema del turismo.

En ese rubro falsario
cual rufián, cual vil corsario,
otra vez el peje Andrés
le da a la ley cruel revés.

El lamento no desmaya:
“Sélvame del tren maya”
súplica de fauna y flora,
la selva piedad implora.

Ríos subterráneos, cenotes,
del agua divinos brotes,
la arqueología, en su ruina,
pierden en forma genuina.

Los originarios pueblos
viven momentos muy negros,
tal ecocidio y desmadre
a López le valen madre.

Oigo sus dichos blasfemos:
“puej, ni un árbol tiraremoj”,
no ve, es muy aldeano . . . lo siento,
el global calentamiento.

Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 21 de julio del 2022

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Geniales tus versos de denuncia, como siempre mis saludos Gomzalo

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Mil gracias, Lpq1950, que amable en apreciar mi texto. Es verdaderamente inconcebible todo el daño que este violador serial de la ley y de la constitución le está haciendo al país. Espero que, cuando la cordura regrese a México sea procesado, juzgado, sentenciado y encarcelado. Estoy haciendo estas denuncias para que el día de mañana nadie me recrimine (al puro estilo chairo): ¿y . . . tú en donde estabas cuando López devastó la selva maya . . .? Al menos me quejo, ya no sé si sirva de algo, pero, cuando menos me desahogo y me desquito diciéndole sus verdades al pejelagarto. Saludos cordiales, gracias siempre. De verdad que ¡Usted me anima . . .!