Adorna tribunales,
en bronce, bella dama:
fue puesta por artífice de fama.
Platillos judiciales
idénticos proclama,
que en génesis, sus hálitos vitales,
dictaron que de Dafne corte rama.
Fue lúcido el instante
que aquel virtuoso artista,
logró de alquimia forma ya prevista:
La espada fulgurante,
rigor del pacifista,
al puño en diestra mano, muy triunfante,
contrasta con el paño de su vista.
Y ayer en la contienda
miré pueril destreza,
del niño que, trepando en juez cabeza,
tiraba de la venda.
¡Que cruenta su tristeza!:
por más que con su cuerpo en llanto penda,
no logra en la pupila la viveza.
¡Oh jueces traficantes
que lucran con la ciega!,
horrenda su sentencia se despliega;
levantan muy galantes
en plata la talega,
¡y el hacha pende en manos ignorantes!
Cabezas inocentes son la siega.
La virgen infinita
no cabe en la escultura:
el código a justicia le censura.
¡Ay tinta tan maldita
que mezclas la escritura!,
el arma el adversario en ti medita,
en tanto que te labra sepultura.
Gracias compañero, en la publicación dedicada a la estructura de la estrofa, hay dos propuestas para la variante lira. Ésta es la segunda, me da gusto haya sido de tu agrado.
Un saludo cordial.