No sabía qué escribir podía dañar.
Qué elegir las palabras adecuadas pudiera incomodar,
aunque la vivencia fuera tuya.
Tampoco pensé nunca qué una palabra pudiera pasar tan desapercibida,
qué pudiera lanzarse al olvido tan rápido.
Nunca creí que un poema pudiera curar,
aunque fuese en silencio,
o que una frase pudiera resumir un universo.
A veces no sé si me engaño,
cada vez que pienso que no necesito que nadie venga a validarlo,
qué nadie venga a darme el beneplácito.
Si la poesía no es compartida, ¿muere o resucita?,
si el poema no es subjetivado, ¿es realmente un poema o es un muro?
No sé contestar, porque no sé lo que es ser leída y,
sin embargo,
cada vez que percibo la herida sé qué está contando algo,
qué merece ser escuchada,
entendida.