De camino

Camino a casa llueven promesas
de días libres de preocupación,
ilusiones que devoran tristezas,
sueños que saboreo con fruición.

Siempre al llegar me sobran pasos,
pues la imaginación quiere continuar
desanudando los intricados lazos
que no me permiten despertar.

Las palabras revolotean inquietas,
tratando de ordenar lo que suena
alrededor, como voces inciertas,
como si cayera una lluvia ajena.

En todas partes encuentro razones
para continuar existiendo en el verso,
pero no logro hallar las intenciones,
ni la afirmación ni el modo adverso.

La lluvia, la briza, el cielo, una nube.
La voluntad quieta en el camino.
No importa ahora cuanto anduve,
si solo acude a mí el verbo cansino.

La emoción a veces nutre el alma
cuando se logran hallar los motivos,
pero luego el tiempo nos desarma,
porque nos agotan tantos desafíos.

No puedo sin embargo abandonar
lo que aún me queda de aventura,
pues, aunque ya debiera descansar,
tengo que atender a lo que me apura.

Como aquella tarde que al fin creí
que encontraba la paz siempre esquiva,
pero apenas fue una ilusión lo que vi,
y solo queda vivir con la ilusión perdida.

Mucho camino desde aquel día
ha transcurrido en idas y venidas
para tratar de encontrar la poesía,
recorriendo todas las avenidas.

Pues de a sorbos vienen las ideas
y en cualquier parte me sorprenden,
que ya se me están haciendo maneras
y sobre las líneas los dedos aprenden.

Camino a casa ya voy encontrando
Aquello que me ilusiona en el camino,
los días sin sueños voy desandando
y de a pocos, saboreando mi destino.

Y que sea antes que esta edad cansina
dibuje líneas indelebles sobre mi piel.
Antes será, que esta denodada rutina
deslice su eterna vigilia sobre el papel.

He de acabar, aunque me lluevan puertas
y las ventanas huyan de la oscuridad,
mientras las ilusiones deambulen despiertas,
pronto habrá que despertar a la verdad.

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