No hay peor daño
de guerra
que el que deja el amor
cuando termina.
Tienes que volver a empezar,
saber hacer la mudanza,
caminar sin saber dónde,
ya nada sera igual.
Las heridas
quedarán indelebles en el tiempo,
cicatrices que te dolerán
sin poder sanar.
Debes seguir,
aunque sepas
que una parte de ti
se quedó en la trinchera,
en el último abrazo,
en el último beso,
en el último secreto,
en el eco de un adiós
que será eternamente repetido.