CULEBRAS Y SAPOS
Siento, sin sentir, el renegrido encierro
de la luna más clara, que contamina mi espanto.
Enmarco el desencuentro
que me lleva al viejo amigo,
al solitario hallazgo de la nota discordante,
al verso perdido del plumín hambriento.
Habito, sin el menor aprecio,
la apatía que me obliga al nuevo encuentro.
Sobrevivo una vez más
a mi confinamiento (entre enemigos),
fingiendo tener un perfil bajo y sumisa obediencia.
De sus bocas, culebras y sapos saltan envenenados.
Dejo creer que soy uno más entre ellos,
atendiendo a su incendiaria verborrea
sin acentuar halago,
y vuelvo a sobrevivir una vez más
entre tanto descontento,
fingiendo tener un perfil bajo y sumisa obediencia.
El turbio inframundo de la noche
está llamando a su fin.
El día ha llegado, es mi momento.