Cuántas tristezas hoy el hombre oculta
que tal vez permanezcan invisibles,
cuando pudieran ser quizás terribles
al ojo de cualquier persona culta.
Que así de veras, cruel y vil resulta
que a menudo las cargas más terribles,
muy bien podrían ser aborrecibles
si al pasado llamasen a consulta.
Porque a la tradición igual cuestiono
y a mostrarla en presente me resisto,
como gato que estando panza arriba
en poco o nada se parece al mono,
aunque en gracia nos caiga por lo visto
al traer de la mano su misiva.