Cuando ensombrece
el halo de la tierra,
y el árbol se estremece
al filo de la guerra;
el rostro del hombre
su luz empobrece,
como olvidado nombre
que muere junto a la hierba.
Oh, dios de la paz,
guarda la noble semilla
del campesino y su siembra.
Sean las cosas sencillas
el objeto de existencia;
y en manto verde renazcan
las alas de nuestra esencia.